sábado, 28 de noviembre de 2015

Techo de cristal

El techo de cristal es una superficie superior invisible en la carrera laboral de las mujeres, difícil de traspasar, que impide seguir avanzando. Son elementos psicosociales que impiden que las mujeres, a pesar de tener la misma cualificación y méritos que sus compañeros, no accedan a los puestos de máxima responsabilidad.
La plena participación de las mujeres en las tareas de dirección y de toma de decisiones todavía es un desafío importante. Y la desigual participación de las mujeres en los niveles donde se ejerce influencia, poder y autoridad, hace que no sean ellas las que finalmente decidan o participen en la toma de decisiones sobre el destino político y económico de nuestra sociedad.
Las causas de que exista esta superficie que no se puede ver pero que si existe son; prejuicios sobre la capacidad de la mujer en los puestos de dirección. Coincidencia de la maternidad con el desarrollo de la carrera profesional. Dificultades para la formación. Sobrecarga de roles familiares y laborales.

Información extraída de: 

Instituto de la Mujer y Para la Igualdad de Oportunidades. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

martes, 24 de noviembre de 2015

División sexual del trabajo

La división sexual del trabajo implica un mandato social de realizar ciertas labores por ser de un determinado sexo. Las mujeres han sido responsables de las personas que necesitan cuidados (infancia, personas mayores, personas enfermas y personas con discapacidad) y de la gestión doméstica, y los hombres han salido al mercado laboral formal con el objetivo de conseguir un salario para mantener a su familia.

En este modelo de organización social, se ha denominado trabajo reproductivo al realizado mayoritariamente por las mujeres y trabajo productivo al realizado por los hombres.

Como evidencias de esta división social y técnica del trabajo es necesario destacar: la segregación de las mujeres al trabajo doméstico no remunerado, su menor tasa de actividad laboral, la distribución diferente de hombres y mujeres por ramas y sectores de actividad, por tipo y tamaño de las empresas, y dentro de ellas por determinados procesos de trabajo, por secciones, puestos y calificaciones laborales. 

Si comparamos los datos del último trimestre del año 1980 con los datos del tercer trimestre de 2014, se observa cómo la tasa de actividad femenina ha pasado del 27,77% al 53,35% en el tercer trimestre de 2014. Por el contrario, las tasas masculinas son 73,93% y 66,02%, respectivamente en el mismo período del tiempo.

Dentro del sector servicios, las mujeres se concentran en algunas ramas de actividad: educación (el 65,94%) sanidad y servicios sociales (representan el 76,62%), actividades administrativas y servicios auxiliares (54,11%), hostelería (50,45%) y con abrumadora mayoría en el servicio doméstico (88,26%).  Es decir, la ocupación femenina se concentra en actividades en las que se reproducen los roles que le son tradicionalmente asignados y que, están relacionados con el desarrollo del trabajo reproductivo y del trabajo doméstico fundamentalmente.

Por consiguiente, los planteamientos para conseguir la igualdad real entre mujeres y hombres implican la participación plena de las mujeres en el mercado laboral y en igualdad de condiciones a los hombres.

Además, el gran reto social actual es cómo gestionar la atención a la población que siempre, en cualquier tipo de sociedad, va a necesitar cuidados y atención: infancia, personas mayores, personas con discapacidad y personas enfermas y que, esta atención sea compatible con el desarrollo de otros aspectos de la vida, tanto de mujeres como de hombres, y en igualdad de condiciones. Para ello, es necesario un reparto equitativo de responsabilidades  entre mujeres y hombres con el fin de eliminar la discriminación y desigualdad dado que se producen desigualdades en los usos del tiempo.

Información extraída de: 


Instituto de la Mujer y Para la Igualdad de Oportunidades. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

lunes, 23 de noviembre de 2015

Trabajo doméstico, público y corresponsabilidad familiar

El trabajo domestico es un conjunto de actividades destinadas a producir bienes y  servicios orientados al mantenimiento y desarrollo físico, psíquico y social de quienes conviven en el espacio doméstico. Tiene como características principales que es un trabajo que no posee remuneración y no está valorado por la sociedad. Es un trabajo que no tiene horario delimitado ni reglamentado y no produce reconocimiento de ningún tipo de derecho, es desarrollado casi exclusivamente por mujeres.
En el espacio familiar es donde se desarrollan los cuidados, las tareas domesticas, la resolución de los problemas de la familia, etc. y que tradicionalmente son considerados “cosas de mujeres” A pesar de que no reciban reconocimiento social y no tenga remuneración requieren de un esfuerzo y dedicación que en ocasiones superan a otras ocupaciones que si están remuneradas.

Por el contrario, el trabajo público es aquel que si está reconocido socialmente y que además se recibe remuneración económica por ello.





Responsabilizarse de una tarea significa tener la obligación ultima de su realización, es decir hacerse cargo de que se cumpla una determinada cosa. Sin embargo, ayudar supone estar libre de esa responsabilidad final, es prestar cooperación pero no encargarse de su cumplimiento.

Las mujeres no necesitan ayuda, sino compartir la responsabilidad para democratizar el espacio domestico. Aunque los hombres están incorporándose lentamente a las tareas de mantenimiento del hogar, el cuidado de hijos e hijas y de personas mayores, lo hacen desde una actitud de refuerzo, de ayuda a las tareas de la casa. Pero la conciliación para ser efectiva precisa de una plena participación de los hombres. La conciliación personal, laboral y familiar hace referencia a la compatibilización de los espacios (público y doméstico) y supone la necesidad de que mujeres y hombres compartan estas funciones en la sociedad.

A repartir y compartir las responsabilidades familiares y domesticas se le llama corresponsabilidad familiarSus ventajas son:
-          Mejora la calidad de vida de todas las personas que conforman la familia.
-          Permite alcanzar mayor grado de formación y autonomía personal.
-          Hace posible liberar tiempo para dedicarlo a otro tipo de actividades.




Información extraída de: 
Fundación mujeres.