martes, 24 de noviembre de 2015

División sexual del trabajo

La división sexual del trabajo implica un mandato social de realizar ciertas labores por ser de un determinado sexo. Las mujeres han sido responsables de las personas que necesitan cuidados (infancia, personas mayores, personas enfermas y personas con discapacidad) y de la gestión doméstica, y los hombres han salido al mercado laboral formal con el objetivo de conseguir un salario para mantener a su familia.

En este modelo de organización social, se ha denominado trabajo reproductivo al realizado mayoritariamente por las mujeres y trabajo productivo al realizado por los hombres.

Como evidencias de esta división social y técnica del trabajo es necesario destacar: la segregación de las mujeres al trabajo doméstico no remunerado, su menor tasa de actividad laboral, la distribución diferente de hombres y mujeres por ramas y sectores de actividad, por tipo y tamaño de las empresas, y dentro de ellas por determinados procesos de trabajo, por secciones, puestos y calificaciones laborales. 

Si comparamos los datos del último trimestre del año 1980 con los datos del tercer trimestre de 2014, se observa cómo la tasa de actividad femenina ha pasado del 27,77% al 53,35% en el tercer trimestre de 2014. Por el contrario, las tasas masculinas son 73,93% y 66,02%, respectivamente en el mismo período del tiempo.

Dentro del sector servicios, las mujeres se concentran en algunas ramas de actividad: educación (el 65,94%) sanidad y servicios sociales (representan el 76,62%), actividades administrativas y servicios auxiliares (54,11%), hostelería (50,45%) y con abrumadora mayoría en el servicio doméstico (88,26%).  Es decir, la ocupación femenina se concentra en actividades en las que se reproducen los roles que le son tradicionalmente asignados y que, están relacionados con el desarrollo del trabajo reproductivo y del trabajo doméstico fundamentalmente.

Por consiguiente, los planteamientos para conseguir la igualdad real entre mujeres y hombres implican la participación plena de las mujeres en el mercado laboral y en igualdad de condiciones a los hombres.

Además, el gran reto social actual es cómo gestionar la atención a la población que siempre, en cualquier tipo de sociedad, va a necesitar cuidados y atención: infancia, personas mayores, personas con discapacidad y personas enfermas y que, esta atención sea compatible con el desarrollo de otros aspectos de la vida, tanto de mujeres como de hombres, y en igualdad de condiciones. Para ello, es necesario un reparto equitativo de responsabilidades  entre mujeres y hombres con el fin de eliminar la discriminación y desigualdad dado que se producen desigualdades en los usos del tiempo.

Información extraída de: 


Instituto de la Mujer y Para la Igualdad de Oportunidades. Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.

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